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Una Breve Historia de Amor

Una Breve Historia de Amor

por Hipólito Sanchez

English Version

H: Me estoy enamorando
Amigo:

¿De quién?

H:

No es una persona

Amigo:

¡Bueno! ¿De qué?

H:

No es una cosa

Amigo: ¿Qué es entonces lo que te está enamorando?
H:

No sé.

Amigo:

Esto es absurdo

H:

No, no es así. Trataré de explicarte, pero ten en cuenta que las palabras son un poco como los carteles indicadores de camino. Te muestran a donde está la ciudad, pero no son la ciudad. Y a veces el viento los mueve, o los chicos traviesos los tuercen, y te mandan a otra parte. Así pasa con las palabras, las muchas interpretaciones y significados a veces les hacen decir otra cosa.

Me estoy enamorando de La Oración. Me he ido dando cuenta de que no son solamente palabras que se dicen. En realidad la oración es sobre todo un estado del alma, un modo de ser; repetir las palabras es una gran ayuda.

Amigo:

¡Ajá! Te estás convirtiendo en un alma devota.

H:

No necesariamente. Déjame que te cuente una historia. Dos pedazos de hierro se encontraron en un crisol. Disfrutaban nadando en su baño al rojo blanco,
y uno le dijo al otro: “Te estás convirtiendo en un automóvil”. El otro respondió: “No sabemos en qué nos vamos a convertir, lo único que sabemos es que no seremos más chatarra”.

Después de un tiempo se volvieron a encontrar. Uno era puerta de heladera, el otro un triciclo de niño. Se saludaron amablemente, y conversaron de sus nuevas impresiones. La puerta de heladera dijo: “Al fin hemos llegado a ser algo”. El triciclo le respondió “Está bien que disfrutemos lo que somos ahora, pero deja que pase el tiempo. La heladera se herrumbrará, el niño crecerá, y ya nos encontraremos otra vez en el crisol…”

Amigo:

Creo que empiezo a entender. Por favor, dime algo más.

H:

¿En serio, quieres saber algo más?

Amigo:

Claro ¿No te digo que empiezo a entender?

H:

Bueno, pero cuidado con lo que preguntas, este conocimiento puede ser tan largo como la vida.

Amigo: No te vayas a extremos, simple, dime algo más de tu propia experiencia.
H:

Es que el conocimiento espiritual no se trata de adquirir más ideas. Uno sabe porque empieza a ser, aprende porque se va transformando, y de ahí salen las nuevas ideas.

Amigo:

Sí, está claro, pero me estás dando más conceptos.  Yo te he pedido experiencia.

H:

¿Cierto? Entonces pongámosle color y sonido. Las imágenes ayudan a que las palabras se acerquen más a la realidad, y el sonido …hace que las palabras mismas se vuelvan vida.

Amigo ¿Y eso qué quiere decir?
H:

Quiero decir ¿Has cantado alguna vez tus oraciones? ¿Les has puesto música?

Amigo:

Yo no soy un compositor.

H:

No, no, no, el compositor compone para un público. La música que yo te digo es íntima, te buscas tu propia melodía.  No de esas melodías que levantan olas emocionales o sensaciones fuertes. Melodías que le dan luz y color al momento presente, te ayudan más a estar donde estás a la vez que te elevan y le dan a lo que estás haciendo una dirección nueva. No hay nadie que te escuche, tanto como nadie puede vivir tu propia vida. Si no puedes estar solo para este canto tuyo cántalo por dentro, en tu imaginación.

Amigo:

Por favor, cántame una de esas canciones.

H:

No, no, no. Esto no es para el público, es propio, íntimo.

Amigo: Por lo menos dame otra imagen.
H:

Al final de las palabras, solamente queda el acto puro. Si estás trabajando esta oración te acerca más a tu trabajo, es como estar danzando en el aire con las palabras de la oración: pero sin distraerse, la oración es solo al principio, como para dar dirección a una ofrenda, después la danza es la acción misma. Sigues trabajando y mejor que antes. El trabajo se vuelve tu oración por la dirección e intención que le diste antes de empezar. Hay una cualidad nueva en lo que haces, en realidad se te abre un gran espacio en silencio para atender a lo que tienes que hacer y a las necesidades de quienes te rodean

Amigo:

Está bien pero ¿a dónde vamos ahora, que se acaban las palabras?

H:

Bueno, te cuento mi oración preferida, tú me cuentas la tuya y si no tienes ninguna búscate una y me la dices, así yo también puedo decirla, o cantarla. Y cuando las palabras se terminan, cada uno puede descubrir a donde la oración lo lleva, que efecto tiene en nosotros.

Amigo:

Soy todo oídos.

H:

Aquí  va:

 

Enciende, Oh Resplandeciente,
La triple llama de mi corazón.
Que por ella todos mis pensamientos,
 actos y sentimientos sean puros.

Que la pureza de mi corazón sea tan grande
Que pueda retornar al tiempo de mi niñez
Y reposar confiado en el regazo sagrado
De la Divina Madre

Allí, abandonado en los brazos
De su Divina Voluntad,
Nada me faltará
Porque solamente la Madre sabe
Lo que hace falta a sus Hijuelos.

Allí soy toda fuerza y poder,
Amor, conciencia y sabiduría.

Allí soy todo lo que fue, es y será  

   
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