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La Vocación

La Vocación

Por Patricia Colleran

English version.

Me encontré en un pueblito francés, en Normandía, después de un largo viaje a través de América del Norte y Europa.

Tenía 22 años de edad.

Al igual que muchos jóvenes, siempre había querido viajar: descubrir la vida, el arte, la belleza, el conocimiento. Encontré eso, y mucho de lo que aprendí en esos años todavía enriquece mi vida hoy.

Pero también descubrí preguntas que no había imaginado encontrar.

Esto comenzó algunos meses antes cerca de Printemps, una imponente y famosa tienda de moda en París. Yo estaba yendo a comprar un perfume y lujosos regalos franceses. Tenía prisa y estaba feliz con la idea de todo lo que iba a poder comprar.

Pero en una larga plaza cercana que conduce a la tienda se presentaba un espectáculo que no estaba preparada para ver. Toda la zona estaba llena de gente desesperada, eran refugiados, que estaban acurrucados bajo velos y mantas, pidiendo dinero. Muchas de las grandes ciudades de Europa habían comenzado a recibir una gran afluencia de personas procedentes de Bangladesh, refugiados desplazados después de la guerra por la independencia de Pakistán unos años antes.

No era tan diferente de lo que está ocurriendo hoy en día en Europa.

Lo que llamó mi atención mientras daba esos pasos en mi camino a la tienda fue el contraste entre lo que yo tenía en mi mente y la realidad de la vida de esas personas. El lujo que estaba buscando y la miseria que vivían. ¿Cómo podría ser? ¿Qué podría hacer yo? Sentí a la vez un sentimiento de vergüenza y uno de futilidad. Sin embargo, tenía que hacer algo, intentar algo.

Pasé los siguientes días usando mis ahorros estudiantiles comprando comida para llevársela a estas personas, mas al darme cuenta del poco impacto que podría tener, me sentí desesperadamente triste.

Y así es como me encontré en un pueblito francés, al noroeste de París, sin dinero, trabajando como niñera, cuidando dos gemelos de cinco años.

Pero las preguntas no me dejarían. ¿Cómo podría responder al sufrimiento que muchos tenían que soportar? ¿Cuál era el sentido de sus vidas y de todas nuestras vidas? ¿Qué debería hacer con mi vida?

El pueblito donde me alojaba fue llamado Lisieux, y no lejos de la estación de tren había una colina con una impresionante basílica con vistas al campo.

Escuché de la gente local que una gran santa había sido sepultada allí. Ella había sido monja y había muerto joven. Pero dejó escritos que revelaban su profunda vida interior y sabiduría espiritual.

Francamente, yo no tenía mucho interés. La religión no era para mí. Yo quería saber mucho más que eso.

Pasé los siguientes seis meses, en mi tiempo libre, leyendo todo lo que pude, estudiando, pensando, andando en bicicleta con algunos amigos franceses de mi edad, e ignorando por completo la basílica en el otro lado de la ciudad.

Pero la última semana, antes de mi vuelo de regreso a los Estados Unidos, algo me hizo tomar el camino que llevaba a la colina y a la impresionante iglesia.

Fue allí donde vi por primera vez una foto de la joven monja, Teresita de Lisieux, mientras estaba sentada en la capilla bajo de la gran iglesia. La pequeña capilla tenía un hermoso piso de baldosas. Todo era calma y yo estaba sola. Y me encontré repitiendo las preguntas: ¿Qué debo hacer con mi vida? ¿Que debería hacer? Fue un momento que no puedo explicar, pero una especie de paz se apoderó de mí. Paz y amor. No puedo describirlo, pero supe que era algo profundo y no explicable con palabras, intangible pero real.

Muy poco después, de vuelta a mi hogar, encontré un trabajo en la Universidad de Berkeley, como editora técnica de trabajos de investigación económica. Cada momento libre sacaba un libro, mientras continuaba mi búsqueda de sentido y comprensión. Un día, en mi break, cuando estaba leyendo el libro El hombre y sus símbolos de Carl Jung, un silencioso economista argentino pasó por allí y se dio cuenta de lo que estaba leyendo. "Me gustaría hablar con usted,” me dijo. “Tengo otros libros que pienso que le gustaría. Venga a mi casa y conoce a mi familia."

Lo hice, y me dio un libro para leer. Fue Historia de un alma, por Teresita de Lisieux. “Yo sé de ella!” exclamé, y con el tiempo le dije todo lo que acabo de decirles aquí.

En las semanas siguientes, me dio más libros para leer: Mente Zen, mente de principiante por Shunryu Suzuki; la poesía mística de Rumi; Filosofía Perenne por Aldous Huxley; y el curso de Cafh “De la Mística y los Estados de Conciencia” por Jorge Waxemberg.1

Él pertenecía a un camino espiritual, Cafh, que se dedica a la expansión de la conciencia. La idea fundamental, como la entendí, era que sólo mediante la expansión de nuestro estado de conciencia podemos nosotros, los seres humanos, comenzar a construir un mundo mejor. Y comprendí que sólo renunciando a mí misma podría comenzar este camino a la comprensión, al amor, a la participación real. Cafh tiene una enseñanza y un método de vida basado en las ideas universales y el concepto fundamental de la Renuncia, y reconoce a los grandes maestros de muchos ámbitos de la vida y de todas las tradiciones espirituales. Eso sonaba tan bien para mí.

Todo empezó a tener sentido. Este fue el trabajo que tenía que hacer. Y cuando escuché por primera vez que había comunidades de Cafh, donde la gente podía vivir y trabajar juntos y dedicarse a este trabajo interior profundo, pensé: "Eso es lo que tengo que hacer."

El primer día que llegué a la comunidad, mi nueva directora espiritual me dio algunas pequeñas rosas decorativas. "Estas son para recordar a Teresita," me dijo, "que es una maestra y protectora para nosotros." Entonces me mostró una hermosa foto de ella, la que todavía cuelga en nuestra biblioteca comunitaria.

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Thérèse Martin

Tal coincidencia, a encontrar de nuevo a Teresita, esta vez en un pueblito en el estado de Nueva York!

Más que 30 años han pasado desde que me encontré en ese pueblito francés. Hoy continúo viviendo y trabajando en la Comunidad de Yorktown, un lugar donde he encontrado una manera de ofrecer mi energía—mental, física y espiritual-para las necesidades del mundo. Es aquí que puedo profundizar en el significado de la Renuncia como Presencia, Participación y Reversibilidad.2

Notas

1. Por el curso "De La Mística y Los Estados de Conciencia" de Jorge Waxemberg, haga clic en http://www.cafh.org/index.php/en/publicaciones-ensenanzas-y-cursos.

2. Reversibilidad es conciencia de la armonía entre los pares de opuestos que experimentamos en la vida, en lo particular y en lo general, en lo individual y en lo universal; Yo y la Humanidad son dos caras de la misma realidad.

Nota de la autora: En cuanto a la foto de abajo, he seguido el blog de este fotógrafo, Trey Ratcliff, desde hace tiempo, encontrando en sus paisajes hermosura y luz. Cuando un día se publicó esta foto de la capilla en Lisieux, donde me había sentado hace muchos años reflexionando sobre la dirección de mi vida, estuve conmovida. Una vez más, una coincidencia especial que, de hecho, me hizo pensar que debiera escribir mi historia de ese lugar trascendente.

Como se verá en lo que Trey escribe a continuación es su enfoque abierto a compartir sus fotos. Tiene de hecho una generosa filosofía de dar. El enfoque de Trey me parece resumir un aspecto del concepto espiritual de la Renuncia muy bien. ¡Gracias, Trey!

Nota sobre el fotógrafo: El fotógrafo Trey Ratcliff abarca el enfoque abierto a la web. Él escribe:

"Cuando se trata de compartir sus fotografías en línea, se puede ir en dos direcciones. Se puede poner pequeñas imágenes en línea, una marca de agua y luego pasar parte o la totalidad de la semana persiguiendo a las personas que las han utilizado de forma inapropiada.

"O bien, puede ser como yo."

"Ofrecer todas sus creaciones en resolución máxima y hermosa a la voluntad de la web. La web, y el universo, tiene un cierto flujo. Tú puedes estar unido con ese flujo y disfrutar del paseo. Puedes darte la oportunidad de lo-puede-ser en lugar de ser motivado por el miedo de la pérdida, que siempre es venenoso."

patriciaPatricia Colleran es un miembro de la comunidad Cafh en Yorktown Heights, NY.