Vivir y trabajar como un científico es vivir con una sensación intensa de lo desconocido. Se está generalmente en la frontera del conocimiento acerca del orden más escondido de la manera en que las cosas funcionan. Existe la conciencia de que no todo es como parece y que existen, muy posiblemente, principios generales unificadores detrás de los fenómenos aparentemente sin conexión. Se busca patrones y cuando se haya uno, se formula una hipótesis de trabajo que hace algunas suposiciones acerca de la realidad, y entonces se prueban sus implicaciones. Este es el “experimento”. Las predicciones son verificadas o refutadas, dando mayor o menor validez o “verdad” a las teorías creadas de esta forma. Mientras que uno puede nunca tener la “verdad absoluta”, este proceso de apertura constante ayuda a aclarar el camino hacia conocimientos más profundos. Imagine el estudiar nuestra propia subjetividad y comportamiento con este mismo espíritu. Este es un aspecto del camino interno que Cafh ofrece. Es un camino que integra la contemplación y la acción con el propósito de incrementar nuestra conciencia, pues la conciencia ampliada es el primer paso hacia una vida mejor. Yo requiero comenzar con una actitud de cuestionamiento, escéptico acerca de lo que ya yo pienso que conozco y, al mismo tiempo, estar abierto a otras posibilidades. Yo necesito acercarme hacia mi mismo con un espíritu de descubrimiento y ver la vida como un experimentador. Tal proceso me conduce no solo a entenderme mejor sino también al mundo dentro del cual vivo, porque el mundo externo siempre se hace interno a través de mi subjetividad. “Interno” y “externo” están siempre integralmente relacionados. Haciendo a mi propia mente el sujeto de mis búsquedas, empiezo a cuestionarme la forma en que trabaja y sus contenidos, y luego de observarla, construyo una hipótesis de trabajo que sea comprobable en la vida real. Un par de ejemplos pueden ayudar a ilustrar este método. Yo me enojo fácilmente con una persona en particular. El no es una persona mala de ninguna manera, y de hecho se parece mucho a mí. Yo medito sobre esta persona, manteniendo su imagen en mi mente. Observo mis sentimientos y reconozco que muchas de las cualidades negativas que yo le atribuyo a el son exactamente cualidades de mi mismo que yo desearía que no estuviesen ahí. El es la propia personificación de mi sombra, mi orgullo, mi voluntad hacia poder y prestigio, mi egocentrismo que ignora los sentimientos de aquellos alrededor de mi. Observo con gran detalle mientras mantengo su imagen en un estado contemplativo, conformando la hipótesis acerca de que mi antipatía hacia el es en realidad antipatía hacia aspectos de mi mismo. Veo muy concreta y explícitamente esos aspectos. Formo la hipótesis de trabajo de que si yo aprendo a aceptar esas cosas en mi mismo, a juzgar menos, el no me irritará tanto. Trato de llevarlo a cabo. Reconozco que estas cualidades son cualidades que comparto con todos los otros seres humanos, en diferentes proporciones, por supuesto. La próxima vez que estoy con este individuo siento los sentimientos, pero son menos intensos. En verdad, después de un rato parecen desvanecerse sin importancia. Tal vez, he descubierto algo de valor. Tal vez también, este descubrimiento puede servir de base para futura investigación y experimentación de mi propia sombra, descubriendo aquellas partes de mi mismo que son menos simpáticas y haciendo que acepte más a los otros. Otro ejemplo. Observo que hay momentos cuando yo, espontáneamente experimento una sensación física de vivir en un planeta del espacio. Puede deberse a la curvatura del horizonte, especialmente en la playa, donde la curva de la tierra es evidente, o puede deberse al mirar al cielo, especialmente en noches claras llenas de estrellas. Los árboles también parecen provocar este estado. Es un sentimiento muy expansivo y me calma, poniéndolo todo en una especie de “perspectiva cósmica”. Mi hipótesis de trabajo es que si yo pudiese recordar esta perspectiva mejoraría mi mente, haciendo más feliz y dándome más ecuanimidad. Yo medito en esta imagen de vivir en un planeta, imaginándome el sol como una estrella (que por supuesto es), tratando de imaginar distancias, la rotación de la tierra, la luna y así sucesivamente. Me imagino viendo la casa en la que vivo, desde cada vez mayores alturas. Es divertido el que utilizando la imaginación de esta forma, en realidad me acerca más a la realidad que mis percepciones normales de las cosas ¡ Reconozco que mis (“conocidas”) percepciones son muy limitadas – cerca de 1 metro setenta centímetros del suelo. Luego trato de recordar esta imagen mientras camino por las calles de la ciudad, y encuentro que no es difícil tener un acercamiento a esta “conciencia cósmica”, simplemente adentrándome en estas consideraciones, coloreándolas y, no solamente expandiendo estas percepciones, sino además mi corazón. Es más fácil mantener presente la “perspectiva general” para que pueda ayudarme a mejorar todas mis interacciones. La práctica diaria de utilizar la observación, el análisis y la aplicación dentro del contexto de un estado contemplativo, ha sido de gran ayuda en integrar mis ideales espirituales en mi vida diaria. Trabajar en estas ideas con otros ha sido de gran placer y uno de los regalos de tener un método concreto que brinda dirección.
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