Si bien esta alocución fue presentada a una asamblea de los miembros de Cafh en Olumé, Chile, en Mayo de 2014, Seeds considera que todos aquellos que están dedicados al desenvolvimiento espiritual encontrarán en ella inspiración y muy buen uso, para su propio bien y el bien de todos.
Construyamos en nosotros lo que anhelamos para el mundo. Ser un remanso de estabilidad interior, transmitir paz, serenidad y amor, es un anhelo que hemos de concretar cotidianamente a través de un esfuerzo consciente para desarrollar estos bienes.
La inestabilidad que hoy experimenta nuestra sociedad se refleja en la mente y en el corazón de cada ser humano. En muchas ocasiones, y a pesar de nuestras comprensiones respecto de la temporalidad de todo lo existente, la inestabilidad del medio en que vivimos desequilibra nuestra vida y nuestro entorno. Acostumbrados a un terreno conocido, aparentemente seguro y familiar, nos sentimos vulnerados al percibir su resquebrajamiento, sin considerar que esta acción es inevitable en el devenir. Sin advertirlo, esta inestabilidad alimenta un temor que nos lleva a replegarnos y experimentar el dolor de una existencia plana, sin el destello de la creatividad que produce la visión espiritual.
Enfoquemos nuestra atención en el logro de la estabilidad interior que ha de ser fruto de un estado de presencia, de permanencia ante lo divino. Esta es una de las tareas que tenemos por delante. Intensifiquemos nuestro esfuerzo por nutrir con energía y convicción nuestra vida espiritual para consolidar cada vez más los bienes interiores, base de nuestro desenvolvimiento. Alimentemos nuestra actitud de renuncia2 para hacernos acreedores a los bienes de Cafh y de esta manera contar con la fuerza necesaria para lograr estabilidad interior e irradiarla. Sin duda los votos desilencio, fidelidad, obediencia y renunciamiento jalonan este proceso, porque expresan el compromiso que asumimos con nuestra vocación. Cuando estudiamos el Método3 como medio práctico para llevar a cabo nuestro desenvolvimiento nos encontramos con aparentes paradojas. Al profundizar en ellas descubrimos que aportan solidez a nuestras ideas, ya que van más allá de la dualidad de la razón y se asientan en la reversibilidad que, en lugar de eliminar posibilidades, las integra. Las oportunidades que nos da la vida no consisten en elegir entre opuestos: blanco y negro, bueno y malo, sino en la capacidad de discernir entre todas las posibilidades aquellas que nos ayudan a desenvolvernos.
Reservar nuestras energías y darnos sin medida, se nos presenta como una paradoja hasta tanto vivamos el fruto de la práctica del silencio.
Las innumerables voces, imágenes, deseos, angustias, anhelos, dudas, sueños, a los que cada ser humano da vida, se proyectan en la sociedad e invaden nuestra mente y corazón cotidianamente. La práctica del silencio nos aquieta y nos ayuda a discernir lo que somos de lo que nos llega de afuera y nos confunde. Con esta práctica creamos intencionalmente un espacio interior de estabilidad que nos introduce en el conocimiento de nosotros mismos y nos lleva a expandir nuestra noción de ser, del mundo y de la vida, y a profundizar nuestro amor a las almas y nuestra reverencia a lo divino desconocido. En este silencio, que paulatinamente se convierte en un estado de oración, iniciamos el camino hacia la entrega total de nuestra vida al proceso de desenvolvimiento interior.
Buscar la liberación interior y circunscribirnos con fidelidad al marco de la Idea de la Renuncia es, para la razón, otra paradoja que se resuelve al integrar ambas posibilidades.
Hoy contamos con un acceso sin precedentes a la información y son innegables los avances que esta posibilidad ha desencadenado en la sociedad. Este mismo hecho que, por un lado, nos ha traído tanto adelanto, por otro, suele llevarnos a una dispersión que nos impide detenernos para poder pensar acerca de nuestra razón de ser. La fidelidad a Cafh nos permite no identificarnos con las múltiples corrientes de ideas que bullen a nuestro alrededor y enfocar nuestros esfuerzos hacia el logro de la liberación interior, dentro del marco de la Idea de la Renuncia. La fidelidad a nuestros votos es la fuerza estabilizadora que nos permite reconocer nuestra identidad espiritual sin que influencias externas nos confundan. La fidelidad a nuestra elección de vida nos sostiene a través del tiempo, nos estabiliza y nos mueve a profundizar en el sentido de nuestra existencia y en los valores que la sustentan.
Ejercer el libre albedrío y elegir como medio de liberación la práctica de la obediencia aparece como una figura contradictoria. Sin embargo, esta se descifra cuando comprendemos que una vez que nos hemos libremente comprometido con nuestra vocación de renuncia, lo único que nos queda es cumplir ese compromiso.
Realicemos nuestras posibilidades acabadamente ejerciendo el libre albedrío para obedecer al llamado de nuestra vocación de desenvolvimiento. Responder cotidianamente a este llamado fortalece nuestra estabilidad interior. Nuestra paz y serenidad se asientan en saber que estamos acatando la voz de nuestra conciencia, la cual responde a la evidente conexión que existe entre nuestro libre albedrío y abocarnos a realizar la Idea Madre que rige nuestra vida. La práctica de la obediencia nos confiere autodominio sin el cual nos sería difícil cortar las ataduras que nos impiden tener la osadía de lanzarnos a descubrir nuevas posibilidades. La obediencia, tal como la entendemos en Cafh, une fuerzas, voluntades, vocaciones, sin sometimientos ni pérdidas. La obediencia es básicamente obediencia a uno mismo, a lo que hemos decidido hacer, porque es responder al compromiso que libremente hemos asumido. Es por esto que podemos decir que obediencia es fidelidad a esa decisión. Y que es silencio de todo lo que pueda interferir en el esfuerzo por lograr nuestro objetivo.
Abocarnos al desarrollo de nuestras potencialidades y buscar ser una nada pareciera un intrincado acertijo de difícil solución. No obstante, se aclara cuando reconocemos nuestra ignorancia y pequeñez frente al universo, y aceptamos que la ley de la vida es renuncia.
Los Hijos e Hijas tenemos la misión de desarrollar en nosotros una individualidad egoente. En otras palabras, lograr conciencia de sí y de ser; ser uno mismo sin olvidar que solamente podemos ser en el todo. Al mismo tiempo, sabemos que nuestro desenvolvimiento ha de ser integral. Es decir, que necesitamos desarrollar nuestra capacidad física, mental, emocional y espiritual, y que hemos de vivir en forma sabia y productiva. Para mantener este equilibrio interior hemos de dejar de confinar nuestra experiencia y sueños a buscar prevalecer, ser alguien especial, reconocido. Esta renuncia nos permite fijar nuestra atención en vivenciar ser en el todo. Es recién en ese estado cuando experimentamos la expansión de nuestra conciencia. Descubrir la renuncia, abrazarla y tener la valentía de aceptar la dimensión de lo que somos y desconocemos, sin duda nos equilibra porque nos libera. El desasosiego ya no tiene cabida en el corazón y, más que hablar sobre lo que queremos enseñar, buscamos ser lo que procuramos transmitir para que nuestra presencia hable por sí misma.
Descubramos el secreto de la estabilidad: apoyarnos únicamente en los bienes interiores. Todo lo demás hoy está pero mañana puede no estar. Aprendamos a aprender, a no creer que ya sabemos todo. Aprendamos a dejar siempre un margen de duda cuando expresamos lo que sabemos. La realidad o las circunstancias pueden ser diferentes de lo que son para nuestro modo de ver o comprender. Esta actitud humilde nos permite acceder a un conocimiento cada vez más completo de la realidad. Aprendamos a poner lo mejor de nosotros mismos en todo lo que hacemos, sin depender de nuestras preferencias, de lo que nos gusta o lo que no nos gusta y sin apegarnos a los resultados. De este modo no perdemos la estabilidad que nos confiere paz interior, porque comprendemos que todo lo que hacemos o nos sucede nos enriquece. Nadie nos puede quitar el amor que pusimos, el entusiasmo con que nos brindamos, la fuerza del ejemplo que dimos, la posibilidad que abrimos interiormente.
Construyamos en nosotros lo que anhelamos para el mundo, apoyándonos en la fuerza del amor que, una vez dado no se pierde, que no tiene límite de espacio ni de tiempo en su alcance, que no se agota, que se suma al amor de otras almas sin que nada pueda impedir su expansión.
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Notas
1. Cafh: La palabra Cafh tiene raíces antiguas, para los miembros de Cafh, simboliza el esfuerzo del alma para alcanzar la unión con Dios. Al mismo tiempo representa la presencia de lo divino en cada alma. El texto “Construyamos en nosotros lo que anhelamos para el mundo" es una versión modificada del Mensaje del Director a la Asamblea Anual de Cafh en Olumé, Chile, en Mayo 2014.
2. Renuncia/renunciamiento: En la Enseñanza de Cafh se considera a la renuncia como la ley de la vida. Cuando renunciamos, aceptamos que nuestra pequeña vida es parte de la vida misma, que somos una parte integral del todo. Ganamos en perspectiva en los altibajos de la vida diaria y también en los períodos de grandes dificultades. El espíritu de renuncia nos ayuda a visualizar nuestras fortalezas y debilidades de manera objetiva y nos lleva a despertar en nosotros un profundo sentido de participación y amor por todos y por todo.
3. Método: El Método de Cafh está basado en sus enseñanzas y es de carácter ascético-místico. "Ascético" porque presupone dedicación y esfuerzo ordenado y regular para influir en forma positiva sobre hábitos de conducta y tendencias personales. "Místico" porque sus recomendaciones nos orientan a recorrer el camino hacia la unión divina a través la participación consciente y progresiva con todos los seres vivientes. Para ver enseñanzas de Cafh, hacer click aquí: https://www.cafh.org/es/ensenanzas-y-cursos.html