por José Luis Kutscherauer
Las posibilidades de desenvolvimiento no son algo lejano que ubicamos en un futuro, sino que están con nosotros y en nosotros en cada instante de nuestra vida. Quizá más de una vez no damos importancia a las pequeñas elecciones que realizamos, porque consideramos que no hace una diferencia hacer una cosa o la otra, pero no es así. Supongamos que estoy en una estación central de trenes. Está dentro de mis posibilidades decidir tomar cualquier tren. Están todos allí listos para partir, pero cada uno lleva a un destino diferente. Esto mismo ocurre en mi vida. En cada instante tengo múltiples opciones. Las múltiples realidades coexisten como posibilidades abiertas y solo yo puedo determinar cuál de ellas llevar a cabo. Exploremos otro ejemplo: estoy sentado en un ómnibus. Puedo levantarme y ceder el asiento; puedo seguir sentado; puedo hablar a la persona que está a mi lado o puedo permanecer en silencio; puedo abrir un libro y estudiar o dejarlo cerrado; puedo llamar a alguien por el celular o tenerlo apagado. Cada acción, a partir del instante en que la elijo, marca un camino diferente para mí, para otros y para el mundo.
Es igualmente importante estar atentos a lo que elegimos decir. Una vez dicho algo no se puede borrar. Al referirse a este cuidado en el uso de las palabras, un maestro espiritual decía: "Si hiero a alguien pierdo a un amigo potencial". A partir de cada acción se desencadena una serie de hechos que no hubieran sucedido si mi elección hubiera sido diferente. Es necesario tener esto siempre presente, especialmente en momentos difíciles, cuando algo nos abruma y absorbe nuestras energías. Es entonces cuando tenemos que elevar la mirada a la Divina Madre y recordar que nuestra vida está en nuestras manos, que somos dueños de nuestras respuestas.
Es bueno tomar conciencia de que cada instante cuenta, que cada uno de ellos nos está dando una oportunidad para refrendar nuestra ofrenda. ¿Qué me quita la paz? ¿A qué me estoy entregando? ¿Qué busco en realidad? ¿Tengo presente el bien de todos? De mis respuestas depende la vía que sigo. Para que nuestras elecciones respondan al objetivo que hemos elegido y refuercen nuestra vocación, tenemos que prepararnos, fortalecernos, alimentar los pensamientos y sentimientos que queremos hacer crecer en nosotros. Sin duda, crece lo que se alimenta. En cualquier circunstancia tenemos opciones de tomar caminos diferentes. No podemos culpar a otros por nuestro destino. Elijamos ser constructores del futuro en lugar de sentirnos víctimas del pasado. Con esa conciencia y esa determinación hemos de hacernos responsables de nuestras vidas. Para eso nos preparamos asentándonos en nuestra doctrina2 de Renuncia3 que se expresa en Presencia, Participación y Reversibilidad.
Don Santiago nos decía en un Mensaje que en lo simple está la Idea Única. La Idea Única se expresa en cada ser humano como el llamado vocacional de desenvolvimiento. Don Santiago nos llamaba a mantenernos en espíritu de simplicidad, a reforzar el llamado vocacional volviendo una y otra vez a nuestro objetivo. No importa si hemos recorrido un gran trecho del camino o si recién iniciamos los primeros pasos; esta recomendación es actual y válida para todos nosotros. Fácilmente podríamos pensar que en el mundo de hoy vivir en espíritu de simplicidad es una utopía; sin embargo, no es así. La fijación interior es la llave de la liberación espiritual. Si aprendemos a ver la vida desde una óptica distinta a la habitual, a contemplar con otra mirada lo cotidiano, descubrimos la belleza en la sencillez que deja espacio en nuestras vidas para lo esencial.
Al adentrarnos en nuestra doctrina desarrollamos la fijación interior, que lleva al estado de Presencia. Busquemos el Templo de Oro, el punto interior en el que se asienta la chispa divina en cada uno de nosotros. Es necesario retornar allí una y otra vez hasta transformarlo en nuestra morada. Más que una figura simbólica es una posibilidad real a nuestro alcance en todo momento: reconocer la presencia divina que llevamos dentro. Este retornar a nuestro centro, que llamamos punto de fijación interior, da coherencia a nuestra vida, porque tenemos un punto único de referencia que ilumina nuestro camino. Con esta práctica logramos no identificarnos con las variantes de nuestros estados anímicos y de nuestros pensamientos y sentimientos. A la vez, fortalecemos nuestra verdadera individualidad y logramos expresar lo que realmente somos y hacer lo que tenemos que hacer. Poco a poco, al asentarnos en los bienes interiores, nos vamos liberando de fuerzas que arrastran y envuelven, tales como el afán posesivo, el ansia por prevalecer, la búsqueda de protagonismo. Ya no nos conducen los impulsos ni los prejuicios. La fijación interior nos da libertad. Nos permite integrar las diferencias de modo que, en lugar del encono, el odio o la separatividad que suele aparecer en nosotros cuando enfrentamos algo diferente a lo que pensamos o queremos, generemos comprensión, aceptación y armonía.
Al adentrarnos en nuestra doctrina y evidenciar la expansión de nuestra conciencia a través de actos de generosidad y amor, abrimos en nosotros el camino hacia el estado de Participación. Para esto es necesario trabajar sobre la intención y la disposición interior con que procedemos. Al no permitirnos contemplar los hechos de la vida con indiferencia, todo nos demanda una respuesta cada vez más comprometida. Cuanto mayor es la expansión de nuestra conciencia, más incide todo el acontecer humano en nosotros. No podemos eliminar los males del mundo pero podemos transformar en nosotros las fuerzas que provocan esos males. Podemos elegir encauzar esas fuerzas como quien dirige el agua de un río para irrigar lo que quiere hacer crecer.
Una vía que nos conduce hacia la Participación es un aspecto de la práctica del acto contrario. Tendemos naturalmente a defendernos, a no querer responsabilizarnos, a no admitir nuestras faltas o errores. Busquemos hacernos partícipes, asumir responsabilidad, tomar sobre nosotros ese peso en lugar de descargarlo sobre otros. Descubramos en nosotros mismos la expresión de lo bueno y lo malo que vemos fuera. Estudiémoslo en nosotros y aportemos soluciones a los problemas y las dificultades. Practiquemos el acto contrario, detengamos la acusación, la crítica y la culpa. Aportemos una fuerza nueva, liberadora, de ideas creativas, de resolución, de mejora.
Al adentrarnos en nuestra doctrina y trabajar para ser cada vez más inclusivos descubrimos la unidad en los pares de opuestos. La reversibilidad nos da la flexibilidad que nos permite quebrar las estructuras mentales que definen la realidad dentro de dos posibilidades, blanco o negro, sin tener en cuenta la infinita gama de colores en el espectro. La práctica de la reversibilidad nos capacita para tener ideas y sentimientos propios y, a la vez, validar que un mismo hecho puede generar innumerables pensamientos y sentimientos diferentes, tanto en uno como en otras personas. Sabemos que una vida que no pertenezca al todo no existe; sin embargo, en muchas oportunidades vivimos como si pudiéramos vivir una vida separada del todo. No pocas veces olvidamos que necesitamos de un mundo donde asentar los pies, de una humanidad que nos transmita su saber, de una naturaleza que nos permita sobrevivir. La búsqueda de una felicidad personal es una ilusión, ya que la realidad es una sola, total, inseparable. La reversibilidad nos permite entregarnos al presente sin perder conciencia de que en cada instante estamos incidiendo en el todo, porque formamos parte del todo.
Cuando alcanzamos una comprensión espiritual buscamos aplicarla en nuestra vida. Una dificultad que encontramos en ese intento es que la vida no se presenta como un camino llano, sino con altibajos. Lo que en un momento es una idea clara y luminosa, que nos impulsa hacia adelante, en otro momento puede volverse difusa, oscura y no encontrar eco en nosotros. La actitud de fijación en nuestro centro interior nos ayuda a superar esta dificultad porque nos permite reconocer, en los altibajos anímicos, las fluctuaciones propias de la vida. Aprendemos a no dejarnos llevar por ellas y a prepararnos para verlas llegar y verlas pasar. El amor, esta fuerza poderosa que amplía nuestro sentido de responsabilidad, no nos deja ceder a los cambios anímicos, a esa corriente que nos quiere arrastrar, porque sabemos que estaríamos desperdiciando la fuerza de la vida y afectando desfavorablemente a otros. Poco a poco los altibajos anímicos pierden impulso y nuestro ánimo se va emparejando. Lejos de ser indiferentes a las situaciones que se presentan, reservamos toda nuestra sensibilidad y energía para buscar soluciones útiles, salidas creativas, nuevas posibilidades. Paulatinamente vamos adquiriendo fortaleza, serenidad, solidez. Es así como el trabajo interior de Presencia hace de los Hijos e Hijas un refugio en las tormentas y un apoyo en las conmociones.
Otras veces el impedimento para avanzar en nuestro camino es una fuerza que comienza siendo un impulso noble de ofrendarse, de servir, de ayudar, de entregar los propios conocimientos pero que, en un momento dado, se desvía para volverse un medio de afirmación personal. Si no estamos muy atentos, el impulso por participar nos puede llevar, insensiblemente, a quedar prendados de la obra que hacemos. Si esto nos ocurriera, no pasaríamos esa prueba cuando, por cualquier circunstancia, nos llamaran a dejarla. Posiblemente eso nos llevaría a responder con una ola de indignación, o con un reclamo, o con desánimo, por interpretar que no se nos reconoce o aprecia. Esto no ocurre si logramos mantenernos en una actitud de participación. En este caso ningún cambio altera nuestra disposición, porque lo que buscamos es ofrendarnos y nada puede poner un límite a lo que estamos dispuestos a dar de nosotros mismos. El objeto de nuestros desvelos es circunstancial. El amor que dimos lo seguimos dando, nada lo detiene. Cada minuto y cada lugar es una nueva oportunidad para brindarnos, ya que no hacemos diferencias en nuestra ofrenda: un recién nacido, un maleante preso o un enfermo, todos se benefician con un pensamiento de amor.
También puede ocurrir que nuestra mente, la lámpara que tenemos para discernir y para que nos lleve a elegir con prudencia y sabiduría, se transforme en nuestra prisión y en un elemento autolimitante. Solo si mantenemos a nuestra mente flexible comprenderemos por reversibilidad y trascenderemos las limitaciones que nos impone el juego de pares de opuestos. Integraremos los extremos, en lugar de mantenerlos separados. Podremos comprender diferentes puntos de vista, posiciones encontradas, porque la actitud de reversibilidad nos lleva a abrazar el todo, a incluir todas las partes. No entraremos en discusiones, sino procuraremos enriquecer una idea con el aporte de quienes tienen ideas diferentes. Por otra parte, la flexibilidad mental, al llevarnos hacia una actitud integradora, nos aleja del hábito de hacer críticas o emitir juicios sobre otros. La Reversibilidad nos permite reconocer las diferencias y a la vez amar sin hacer diferencias.
La búsqueda de un salto en nuestro desenvolvimiento no es una forma de estar en la carrera del éxito o de procurar un galardón más. Es la respuesta a la necesidad de mitigar el dolor que hay en el mundo. Creemos que el amor aliviará el sufrimiento, por eso sentimos la necesidad de expandirlo. Esto requiere de nosotros orientar de manera constante nuestra intención, nuestra atención y nuestra voluntad hacia el objetivo final que nos hemos propuesto. Tengamos presente que el broche de oro de todos nuestros esfuerzos por desenvolvernos es la perseverancia. Oremos para que esta fuerza nos acompañe hasta el final.
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1 Cafh: La palabra Cafh tiene raíces antiguas, para los miembros de Cafh, simboliza el esfuerzo del alma para alcanzar la unión con Dios. Al mismo tiempo representa la presencia de lo divino en cada alma. El texto "Expandir Nuestro Amor" es un extracto de la alocución del Director a la Asamblea Anual de Cafh en Mar del Plata, Argentina, en mayo 2012, que coincidió con el 75 aniversario de la fundación de Cafh.
2 Doctrina: Cafh es un camino de desenvolvimiento espiritual y, como tal, tiene un marco que lo determina como Cafh. Ese marco es su doctrina. Para información sobre los principios fundamentales y los postulados de Cafh, hacer click aquí: https://www.cafh.org/index.php/es/postulados-y-principios. Para ver enseñanzas de Cafh, hacer click aquí: https://www.cafh.org/es/ensenanzas-y-cursos.html.
3 Renuncia: En la Enseñanza de Cafh se considera a la Renuncia como la ley de la vida. Cuando renunciamos, aceptamos que nuestra pequeña vida es parte de la Vida misma, que somos una parte integral del todo. Ganamos en perspectiva en los altibajos de la vida diaria y también en los períodos de grandes dificultades. El espíritu de Renuncia nos ayuda a visualizar nuestras fortalezas y debilidades de manera objetiva y nos lleva a despertar en nosotros un profundo sentido de participación y amor por todos y por todo.