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El Templo de Oro

El Templo de Oro

por José Luis Kutscherauer Director de Cafh1

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¡Revitalicemos nuestro vínculo con la fuente misma de nuestra vocación! Retornemos una y otra vez al Templo de Oro que se asienta en el corazón, al palpitar cadencioso, al silencio, a la simplicidad.

Revitalizar el vínculo con la vocación es preguntarme qué significa para mí el compromiso de desenvolverme espiritualmente. Es responderme con honestidad cuánto de mi vida estoy dispuesto a comprometer para lograrlo. Es saber por qué elegí recorrer este camino y qué sentido tiene para mí hacer este esfuerzo. Es tomar conciencia de que todo lo que hago debiera orientarse a cumplir ese objetivo. Es verificar cuán unida está mi voluntad al propósito de mi existencia.

Busquemos la inmovilidad interior, la paz del alma, la quietud que nos permite contemplar nuestra vida como un todo; busquemos comprender, participar y elegir cada paso con sabiduría, desde lo profundo de nuestro ser.

La mística del corazón nos enseña a buscar armonizar la fijación en nuestro centro interior con una actividad exterior fructífera, útil y eficiente.

Esta dualidad se expresa a través de las ideas de Presencia y Participación.

La Presencia se logra cuando dejamos de saltar de un objetivo a otro y nos fijamos interiormente en un objetivo único, trascendente: en cumplir nuestra vocación, que es llegar a ser un alma sustancialmente unida a la Divina Madre.

La Participación nos permite superar el peligro de quedar centrados en nosotros mismos al hacernos tomar conciencia de que somos en todo y en todos.

La aparente contradicción que implica vivir simultáneamente en Presencia y en Participación se resuelve a través de la Reversibilidad que nos impide caer en la dispersión y nos mantiene en la idea única de ofrendarnos sin esperar nada a cambio. La Reversibilidad nos otorga la flexibilidad de poder participar con todas las almas, en todos los aconteceres de la vida y del mundo, sin quedar por eso atrapados en acciones y sin perder de vista nuestra vocación.

Para lograr este estado de simplicidad que nos lleve a vivir en Presencia y Participación, ser una fuente de paz y transmitirla, usemos los medios que el método de Cafh² nos brinda.

Valgámonos de la oración, que nos conduce a ser humildes al reconocer que hay algo que nos supera; y a desarrollar fe en las posibilidades del ser humano al trabajar sobre nosotros mismos sin apoyarnos en el estímulo de ver resultados.

Valgámonos de la elevación del pensamiento y la invocación a lo divino que nos recuerda hacia dónde vamos, nos hace conscientes de nuestro destino y de nuestra razón de ser.

Valgámonos de la práctica de la meditación que nos enseña a relacionarnos con lo trascendente y a hacer que ese contacto nos mueva a desenvolvernos.

Valgámonos de la reflexión que nos permite darnos una pausa para discernir con claridad y así aprovechar las enseñanzas que nos brinda la vida.

Valgámonos del ejercicio de detención que nos induce a desarrollar paciencia y comprensión y nos hace dueños del presente, de nuestros impulsos y pasiones.

Busquemos la lectura edificante que nos inspira y nutre lo mejor en nosotros.

Hagamos una práctica habitual del acto contrario que nos lleva a trascender nuestros gustos e inclinaciones para lograr responder a las necesidades reales y poder unirnos a todas las almas sin distinciones.

Revitalicemos el vínculo con nuestra vocación, con el momento más luminoso de nuestra existencia, para que su fuerza nos lleve a dar un nuevo salto en nuestro desenvolvimiento para el bien de nuestra alma y de todas las almas.

Busquemos con todo nuestro ser ingresar en un nuevo ámbito de posibilidades. Abramos esa puerta sin temor a perder esa comodidad que nos aletarga, esa seguridad que no es más que una ilusión, ese lugar que hoy ocupamos pero que mañana nos veremos obligados a dejar.

Busquemos el templo interior donde podamos permanecer en adoración de amor a los pies de la Divina Madre, ante el misterio de la vida y de la muerte. Busquemos la paz, la luz, la medida justa de todas las cosas. Irradiemos alegría, serenidad, amor.Bullet

© 2012 Orden Cafh
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1 Cafh: La palabra Cafh tiene raíces antiguas, para los miembros de Cafh, simboliza el esfuerzo del alma para alcanzar la unión con Dios. Al mismo tiempo representa la presencia de lo divino en cada alma. El texto "El Templo de Oro" es un extracto del mensaje del Director a la Asamblea Anual de Cafh en Mar del Plata, Argentina, en mayo 2012.

2 Método: El Método de Cafh está basado en sus enseñanzas y es de carácter ascético-místico. "Ascético" porque presupone dedicación y esfuerzo ordenado y regular para influir en forma positiva sobre hábitos de conducta y tendencias personales. "Místico" porque sus recomendaciones nos orientan a recorrer el camino hacia la unión divina a través la participación consciente y progresiva con todos los seres vivientes. Para ver enseñanzas de Cafh, hacer click aquí: https://www.cafh.org/es/ensenanzas-y-cursos.html